Se ignora la cantidad exacta de materia
salina que era empleada en la fabricación de los diferentes tipos de salsas de
pescado o de salsamenta, ya que las Fuentes transmiten datos en ocasiones
discordantes o contradictorios. Una de las más detalladas, aunque también más
tardías, son las Geopónicas, cuya cronología se sitúa en torno al S. X dC. Éstas
recogen una proporción entre la sal y el pescado de cualquier forma, no debe olvidarse que tal proporción podría variar
según los diferentes tipos de preparaciones e, incluso, según los modos de
hacer propios de cada zona o área de producción. Tampoco sabemos si estas
referencias responden a la medida que podríamos considerar habitual para los
diferentes tipos de productos elaborados, como el garum clásico.
Conviene recordar que, en la industria salazón
era actual, se ha comprobado que el grado de integración de la sal en la carne
del pescado es directamente proporcional al cuadrado de la superficie de ésta;
de tal forma que un pescado eviscerado y descabezado, cortado en filetes, puede
incrementar en un 50 % la tasa de absorción de sal. Asimismo, el tipo de
pescado -especialmente los que se caracterizan por una mayor presencia de grasa
cutánea, lo que favorece el proceso de salado- es un factor de primer orden en
el proceso de salazón a emplear. Resulta evidente que para la puesta en marcha
de los extensos y complejos centros de procesamiento de pescado que existían en
ambas costas del Estrecho se requería una cantidad enorme y continuada de sal.
El sistema de obtención de sal empleado a finales de siglo pasado en las
salinas marinas parece proveer una importante cantidad de materia prima,
suficiente para el mantenimiento de la industria conservera. Más difícil
resulta establecer
las cantidades de producción de sal empleando el método ígneo y su posible
implicación en el abastecimiento de las industrias salazoneras.
En cuanto a la obtención, tratamiento y
almacenamiento de la sal, las líneas del debate se centran en tratar de localizar
las estructuras que pudieran servir a tal fin en las factorías de salazón , discusión
necesaria pero un tanto infructuosa por el momento, ya que no es posible
encontrar ningún rastro de carácter químico, netamente individualizable, que
permita definir claramente tal utilización.
Respecto a la forma en que se obtendría la sal que abastece a las industrias de
salazón, la lógica parece apuntar a un aprovisionamiento masivo a partir de las
salinas marinas que, como debió ser habitual, se encontraban en vecindad con
las instalaciones salazoneras. Sin embargo, teniendo en cuenta esta premisa y
los datos sobre briquetages anteriormente mencionados, la discusión científica aporta
otras probables hipótesis alternativas para la obtención de sal, como el
procedimiento ígneo a partir del lavado de la arenas -las sablons de los investigadores
franceses-, que bien pudiera realizarse de forma complementaria en estas
mismas.
Universidad Autónoma de Madrid
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